En las últimas dos semanas he podido disfrutar de la posibilidad de visitar la Bahía de San Francisco y el mítico Silicon Valley. Sin duda ha sido uno de los mejores viajes que recuerdo por la variedad y cantidad de las experiencias vividas.
Desde hacía bastante tiempo tenía muchas ganas de conocer este área ya que se ha considerado siempre la Meca de los emprendedores tecnológicos. Empresas como Google, Facebook, Yahoo, etc. han tenido cuna en este hermoso y excitante lugar. Y una vez que uno lo visita puede comprender por qué. La actividad en Downtown San Francisco es frenética, en cualquier lugar pueden verse jóvenes entre 25 y 40 años conversando sobre la última gran idea de negocio en la que están trabajando. La Universidad de Stanford es un hormiguero de estudiantes, profesores y personas que tratan de encontrar inspiración entre la maravillosa arquitectura que aparece en una naturaleza exuberante. Las cafeterías, los restaurantes, los parques, las calles, todo está impregnado de este ambiente de aventuras empresariales como si la fiebre del oro hubiera vuelto al oeste de los Estados Unidos.
Dentro de esta enorme selva de emprendedores e ideas he tenido la enorme fortuna de conocer a españoles (desgraciadamente ninguno de nuestra querida tierra andaluza) que se han trasladado a esta bella ciudad del estado de California para tratar de conquistar con sus empresas “.com” y de movilidad el mercado estadounidense en primera instancia y, a partir de aquí, el mercado global. Para alguien como yo que se considera emprendedor por vocación y naturaleza, estas personas se han convertido en un faro y una referencia a seguir. Puedo tratar de nombrarlos a todos pero seguro que me dejo a alguno o muchos en el tintero. Sin embargo, profesionales como Eneko Knoor, Koldo García, Miguel Angel Díez Ferreira o Xavi Renom (sin olvidar a mi hermano Fernando Gracia) son algunos de los ejemplos de emprendedores que lo han dejado todo en España y se han ido a la conquista del sueño americano.
Pero en este sueño americano no es oro todo lo que reluce. Desde España y sin conocer el terreno pudiera parecer que la vida en este idílico lugar es un jardín de rosas, que solo consiste en ir, triunfar y volver con los bolsillos llenos de dólares. Pues nada más lejos de la realidad. De mis conversaciones con estos emprendedores he podido concluir que la decisión de trasladarte a vivir junto a tu familia a un lugar como San Francisco debe ser seriamente meditada y está llena de una enorme cantidad de sinsabores aparentemente ocultos. Jornadas de trabajo interminables, fines de semana inexistentes, un coste de vida prácticamente inalcanzable, la adaptación de la familia a una nueva ciudad y una nueva cultura, seguros médicos privados estafadores, inversores impacientes con respecto a los resultados, la soledad del emprendedor y así un largo etcétera de problemas son también parte de este sueño americano.
Todo esto no me ha dado más que motivos interminables para admirar a estas personas (por que como profesionales ya los admiraba y envidiaba) y desde esta humilde blog animarles para sigan siendo el santo y seña de cómo hay que levantar un país como el nuestro, lleno de conformismos y comodidades, con el esfuerzo, la dedicación y el sacrificio personal. Mis más sinceras gracias a ellos y sus familias así como el deseo de que todas sus empresas consigan el éxito que tan duramente están buscando.